Xavier Lopez

Filipinas ha acusado a pescadores chinos de exterminio masivo de bivalvos pertenecientes a la especie Tridacna Gigas, conocidos como triángulos gigantes. Se trata de una disputada zona de aguas poco profundas controlada por los guardacostas chinos en el Mar de China Meridional. Las autoridades filipinas han presentado una solicitud internacional para evaluar los daños medioambientales en la zona.

Se señala que la Guardia Costera de Filipinas ha proporcionado imágenes de vigilancia de pescadores chinos recogiendo grandes cantidades de triángulos durante varios años en una laguna en las aguas poco profundas de Scarborough.

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Cuando los perros miran a sus dueños con grandes, tristes y lastimeros “ojos de cachorro”, es fácil imaginar que tal acción está diseñada específicamente para derretir el corazón y conseguir unas golosinas deliciosas. Sin embargo, un nuevo estudio presentado en The Anatomical Record afirma que otras especies caninas son igual de capaces de poner “ojos lastimeros” que las mascotas.

En un artículo de 2019, los científicos revelaron que los perros habían desarrollado músculos más móviles alrededor de los ojos en comparación con los lobos, lo que les permitía tener un arsenal mucho más rico de expresiones faciales. Los investigadores concluyeron entonces que estos músculos se desarrollaron cuando los perros empezaron a vivir cerca de los humanos para poder copiar las expresiones faciales de estos como forma de animarles a cuidar de los perros.

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Los expertos llevaron a cabo un curso de 3 meses, durante el cual los sujetos realizaron una serie de tareas dirigidas a distintos formatos de actividad. Los animales se volvieron notablemente más amigables, mostraron mayor inteligencia, disposición para resolver problemas e interés por las cosas nuevas. Los métodos de “rejuvenecimiento” probados por los investigadores resultaron ser más eficaces en mascotas de hasta 8 años.

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Investigadores de la Universidad de Durham han descubierto que los perros modernos no están tan bien adaptados para distinguir entre la amabilidad y el miedo como sus antepasados lobos. Según los científicos, esto se debe en parte a que el mestizaje ha acentuado en los perros rasgos como arrugas excesivas, orejas caídas y hocicos más cortos, que pueden limitar la capacidad de los perros para expresar sus emociones.
Los expertos llegaron a esta conclusión tras analizar vídeos de lobos cautivos y perros domésticos, en los que evaluaron cómo reaccionaban los animales ante determinadas situaciones y cómo se comunicaban en distintas interacciones sociales. Identificaron una serie de emociones, como la ira, la ansiedad, el miedo, la sorpresa y la alegría, entre otras, y descubrieron que en el caso de los lobos la precisión a la hora de comunicar emociones era del 71%, mientras que en los perros de distintas razas esta cifra descendía al 65%.

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El primer mono que aprendió el lenguaje de signos se llamaba Washoe. Este chimpancé fue adiestrado según principios similares a los de la educación infantil. Durante el primer año, Washoe memorizó y empezó a utilizar tres docenas de gestos, y poco antes de su muerte este número ya superaba los 300.
Pero entonces la gorila llamada Koko superó las habilidades de Washoe, habiendo aprendido cerca de 1000 gestos. Koko expresaba emociones, hablaba con la gente sobre objetos fuera de su campo de visión, incluso daba nombres únicos a conceptos complejos. Por ejemplo, “pronunciaba” con gestos la frase “caja fría”, refiriéndose al frigorífico.

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